Antes, cuándo un piso estaba viejo, la solución más sencilla era venderlo y comprar uno más nuevo para mejorar y tener una casa más acorde con nuestros gustos. Pero las cosas ya no son igual y en muchos casos ya no compensa vender la casa porque el pago que recibiremos por ella no se ajusta a lo que nos hemos gastado y salimos perdiendo claramente con el cambio.